J. Osiris Mota,
21 de Mayo, 2010.
El PLD ha demostrado ser una gran maquinaria electoral al vencer en las elecciones de la manera que lo ha hecho las 4 últimas veces después de haberse transformado de partido de cuadro a partido de masa, y cambiado el voto orgánico por el individual. Gracias a una coerción y unidad de propósito, mantenida aun después de la partida de su líder y fundador, Juan Bosch.
El PRD aunque sigue siendo un partido fuerte aun después de la muerte de Peña Gómez, de haber ganado las elecciones del 2000 y 29 senadores en el 2002, no han logrado coaccionar su liderazgo, ni unificar sus prioridades, lo que los ha llevado a la degradación y la distención, que lo han llevado a obtener los peores resultados electorales de su historia.
El PRSC, nunca conto con relevo fuera del Dr. Balaguer y sus dirigentes después de su desaparición, han estado más empeñados en mantenerse a la sombra del presupuesto nacional que desarrollar un liderazgo para insertarse en la lucha por el poder a través de la primacía electoral, sino aferrado como parasito de quien le garantice su permanencia.
La izquierda no existe, fuera de grupúsculos contradictorios que nunca han logrado sintonía con la población aun teniendo la orfandad de los sectores liberales, con los partidos del sistema peleándose por los sectores de derecha. Sin debate ideológicos ni proyectos de clase, ni siquiera en el ciclo más alto de la simpatía regional.
Las esperanzas podrían ser muy remotas, de que surjan nuevas organizaciones que rompan el bipartidismo que los dos partidos fundados por Juan Bosch han impuesto, después que el propio Bosch encabezando al PLD lo rompiera en 1990.
Juan Bosch, era un hombre de izquierda, con posiciones revolucionarias y siempre partidario de las libertades democráticas con principios y valores que rompían los paradigmas de la práctica política actual. Principios y valores que muy pocos de sus partidarios y alumnos honran más que con discursos y menciones vacías.
Las circunstancias demandan cambios. No puede seguir todo por el mismo camino, sin proyectos que ilusionen, que estimulen la sociedad a luchar por mejores condiciones de vida. Porque cuando no se tiene una visión, se corre el riesgo de saltar al vacío, a desviarse las inconformidades en violencia y a proyectos inconfesables.
Aquellos militantes de los partidos, que no comulgan con sus direcciones, que mostraron en estas elecciones que manejan la institucionalidad a su antojo y las bases también, para sus beneficios, tienen en sus manos la oportunidad de impulsar los cambios pertinentes.
La sociedad demanda de cambios, no solo de direcciones, no solo de posiciones ni de actores. La sociedad necesita cambios de valores, de prácticas políticas que le permitan seguir desarrollándose armoniosamente en un clima de paz y seguridad, con nuevas oportunidades para la juventud, porque de lo contrario estamos a la puerta de situaciones no deseada.
Hemos tenido muchos cambios, mucho crecimiento económico y modernidad, pero muy poca movilidad social, muy poco desarrollo social. Poca calidad en el gasto social. Poca reducción de la pobreza y mantenimiento del analfabetismo y la pésima educación pública son una vergüenza que se nos suma a la alta incidencia de la corrupción administrativa.
La sociedad aumentara su presión social por una mejor inversión, efectividad y transparencia del presupuesto, por lo que los partidos deben exigir, estén fuera o dentro del gobierno, porque los funcionarios responsables del manejo de los recursos, sean mejores administradores. Y el nuevo congreso tiene una gran responsabilidad constitucional, frente a esta solicitud.
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