J. Osiris mota
18 de Nov. 2009
Nuestro sur es cálido y hermoso, frugal y seco, con la pobreza flotando sobre la esperanza que su tierra ofrece y han florecido cuando los recursos y la voluntad del hombre, ponen mano a la obra, con la responsabilidad debida y requerida para el caso.
Nuestra pobreza mayor, la encontramos aun con tanto potencial, en la región sur, donde el abandono de las autoridades en todos los gobiernos ha contribuido a que su población se mantenga dentro de los sectores más pobres del país, con los índices de pobreza mayor, donde el 20% más ricos tiene el ingreso perca pita más bajo como igual es la situación para los más pobres, obligados a emigrar a ciudades más prospera.
Recientemente, en su discurso ante la cámara americana de comercio, el ilustres Secretario de Planificación y desarrollo exponía su plan de desarrollo para los próximos 20 años, y decía que tenemos más de un 34% de la población viviendo en el nivel de la pobreza y un 11% en la indigencia, y si bien es cierto que en los cinturones de miseria de las grandes ciudades, viven una buena proporción de estos, podríamos decir que en buena parte de la región sur, todos son pobres.
Ahora bien, lo que le duele a muchos sureños, es que su región es lo suficientemente capaz de producir abundantemente para mantener su población y comercializar buena parte de su producción que le permita salir paulatinamente de la pobreza en que se encuentran, si nuestras autoridades tuvieran planes de desarrollo y voluntad política para ello.
Tenemos varios valles con vocación y capacidad de producción agrícola, y agua suficiente para canalizar hacia ellos. El valle de San Juan, el valle del Limón, el valle de Neiva, la colonia. Pero también tenemos un gran lago, del cual no se explotan ni su belleza inusual. La laguna de agua dulce de Cabral, Playas, montañas y gente amable que podríamos mostrar al mundo.
Aun así, no tenemos dolientes, solo cuando necesitan votos para lograr posiciones, como el caso de nuestro futuro senador de San Juan, que ha ofrecido el cielo y las estrellas, sin importar las necesidades de las demás provincias que no cuentan con la misma suerte, ni planificar la inversión, más que el uso de la pobreza barrial.
El sur necesita un plan de desarrollo, pero no a 20 años como plantea Temo, ahora que aun tenemos gente joven que puedan labrar la tierra, donde se dañan los esfuerzos porque se dañe una bomba o un sifón, en la Colonia, que no cuesta más que los almuerzo de un día de varios funcionarios del gobierno.
El sur también existe, dice Joan Manuel Serrat, y necesitamos atención a las necesidades de su población, antes que se ahoguen en las salobres aguas del lago Enriquillo que crece sin atención, como las iguanas al sol, y las lagrimas que mojan las mejillas de la tristeza de vivir sin futuro.
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