J. Osiris Mota
13 de Nov. 2009
Con los recientes sucesos que hemos visto en cadena, repetirse por desgracia como un rosario, y no precisamente de ave maria y padre nuestro, El Estado como institución y producto de la falta de institucionalidad de los organismos de gobierno responsable de su dirección, se va degastando y perdiendo coerción sobre la ciudadanía.
Cada situación deja una estela de cuestionamientos que erosiona su autoridad necesaria para el mantenimiento de la paz y la dinámica social, que garanticen el desarrollo integral del país en beneficio de la construcción de un futuro aceptable para nuestras generaciones. Estos hechos cada vez son más novelescos y retratan la incapacidad resolutiva en que ha caído El Estado Dominicano. Veamos:
Nadie cree en el último y espectacular secuestro, y menos en su rescate que viene a ser desquiciado por la muerte de dos secuestradores de forma tan siniestras y extrañas que ponen en duda y entre dicho, todo lo que digan los organismos de seguridad. Aun esperamos aclaración y sanción.
Tres ciudadanos haitianos muertos por ciudadanos dominicanos que se tomaron la ley a su antojo porque el Estado es incapaz de proteger la frontera y mucho menos nuestros bosques para evitar la deforestación de nuestro suelo, en beneficio de particulares de aquí y de Haití. Aun no ha habido una respuesta contundente.
Pero tampoco tiene el Estado defensores ante las andanadas de insultos y acusaciones que hacen organismos nacionales, internacionales y haitianos y mucho menos pantalones para tomar el asunto de la frontera y regularizar las relaciones comerciales y de Estado con el vecino, permitiendo que mafiosos dominico haitianos sigan dañando las relaciones armoniosas que estamos obligados a cultivar.
La comisión de ética del senado no pudo resolver como demandaban las circunstancias, la situación de enfado a que lo sometió el senador de San Pedro de Macoris, quien rompió con todas las reglas. Ahora resulta que tampoco la comisión de ética no puede ni siquiera reunirse para tratar y sancionar a uno de sus miembros que no debió nunca llegar a ocupar una curul.
Bueno, pero como aquí un hecho va sacando otro de las primeras planas de los periódicos y de la atención de la ciudadanía, ahora viene el caso Sobeida…Todo un tollo de todos, detrás de otro, y cada uno embarra mas al otro. Solo que esta vez al parecer llego abochornar la paciencia del Jefe del Estado que decidió convocar a todos los responsables al redor de una mesa para dar un puñetazo verbal. Ahora solo esperemos el próximo capítulo que opaque la radiante belleza de los dólares de Sobeida, o aparezca entera, o con los siete enanito de Blanca Nieve.
Cuando se percibe la impunidad, resulta racionalmente favorable arriesgarse a delinquir y engañar a la colectividad, sin peligro de ser sometido ni siquiera a un tribunal, lo que seguirá incrementando la expansión de la corrupción, hasta perjudicar sus propios progenitores.
El BM dice que la corrupción aleja la inversión en los países, ya que las políticas se hacen para beneficiar grupos, esto reduce la inversión social, genera deficiencia de las instituciones, malos servicios públicos, lesiona el estado de derecho y profundiza la desigualdad social.
Nuestra clase política no está en condiciones de levantar la autoridad del Estado para enfrentar la corrupción, solo con un terremoto que derrumbe todo el andamiaje que le sirve de soporte, y que requiera de su reconstrucción, podría traer otros jugadores al terreno que entiendan que no se puede seguir el nuevo camino, con las mismas reglas.
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