
J. Osiris Mota
26 de diciembre, 2010
Cuando más se hace necesario tener educación, orden y conciencia ciudadana, son en los momentos de crisis, catástrofes o circunstancias donde la dinámica convoca a una buena parte de los grupos sociales, comunidad o aglomeraciones, como también en las celebraciones, o protestas, donde las individualidades se pierden para actuar como hordas desenfrenadas y sin sentido.
Generalmente, los perjuicios son mayores que los beneficios que individualmente cada quien pretende lograr, y es lo que frecuentemente se da en nuestras sociedades organizadas, que para su desarrollo armónico requieren de reglas claras y precisas, y autoridad contundente, que eviten el caos ante la dinámica social en crecimiento.
Cada vez, las urgencias son más relevantes, y estamos pretendiendo una felicidad instantánea porque no se puede esperar, no se puede ser prudente y menos paciente porque ello se asume un perjuicio a la individualidad de cada actor, en perjuicio de los demás, sin entender que la suma del todo, afecta a la colectividad.
Las navidades nos convocan a todos a celebrar el nacimiento de Jesús, y la llegada de un nuevo año, con lo que se agitan de manera extremas nuestras calles tanto de personas como de vehículos, en pos de obtener los bienes e insumo para dichas celebraciones, que al igual que en semana santa, hemos ido dejando de lado las verdaderas esencias para entregarnos sin enfado a las circunstancias que nos ha ido imponiendo el mercado, la necesidad de ejercer el poder de compra, lo que al parecer es lo único con sentido en la sociedad del consumo.
Pues como la autoridad cada vez es menos, y la impunidad esta tan presente como la ausencia de la ley, ya es mas perjuicio pretender cumplirla en el transito que seguir la corriente de quienes nos violan el derecho de cruzar cuando el semáforo esta verde, o esperar tranquilamente el turno de doblar a la izquierda, y peor de transitar en la vía correcta, y con las aceras y espacios públicos violados.
Cada vez se me hace más frecuente, contemplar cadáveres en el pavimento, vehículos destrozados con un saldo creciente en las estadísticas de pérdidas de vidas, heridos y sumas millonarias en reclamaciones e indemnizaciones, que son producido en su gran mayoría por ignorar las reglas de tránsitos, ante la falta de autoridad de nuestras instituciones, la falta de conciencia y menos educación de los ciudadanos.
Basta ya, necesitamos reflexionar. Las instituciones gubernamentales responsables no pueden ser tan insensibles e incapaces como hasta ahora lo han sido. Los ciudadanos no podemos seguir siendo tan imprudente e irresponsables en nuestros deberes ciudadanos. Necesitamos un cambio de conducta en nuestro comportamiento, y que mejor momento para iniciar un ano prometedor, con menos accidentes de tránsito, menos muertos y heridos, y menos angustias.