sábado, 12 de septiembre de 2009

QUE VIVAN LAS REVOLUCIONES.

Despertemos del OLVIDO

Mire nomas a todos lados compadre, todo se complica porque unos cuantos hijoeputa se quieren quedar con el tesoro y el banco central, y de qué manera le puedes alcanzar el dinerito al gobierno para mejorar los salarios de los médicos, de los maestros y de los empleados públicos de los que trabajan, que por desgracia ganan menos que los que se han trepado a los botellones de la teta nacional, sin que le pese el alma, ni le sepa a sal.

Eso tenemos, y no llegaremos lejos, si llegar se refiere a una buena educación y salud. Porque de tener una mejor Nación, depende de ello, de que eduquemos a nuestros muchachos. Pero como, si además de que la escuela es deficiente, se pasan los ratos entre hambre y mariguana, miseria y Putas, llenándose los ojos del brillo candente de los balimbines al balanceo de los autos, pisando hoyos, basura y muerte, con placas grises y narcos indecentes, que además alimentan los sabuesos del orden simulado que enreda la ciudad de virus y muerte.

Estamos casi jodidos, porque antes alguien decía que llevaba la capa del chapulín, pero ya los héroes se diluyen en parrandas de olvido, borracho de intereses, mamándose el néctar del afán diario de los que aún les queda un oficio.

De qué manera compadre despertara Santo Domingo, colocado como un lagarto sin vida bajo el sol, sin llegar a entender que en cada jumo del atardecer abrazador, se desvanecen sus sueños, en un montón de desperdicio que arrincona el pudor al descuido, y convirtiendo en ruido los gritos de libertad y educación de hombres con estatura de Juan, Pedro, porque también lo tenemos en realidad, hasta transitar la ruina de Hostos que sembró, con sus voces inmaculada las paredes descoloridas y a oscura de mis recuerdos.

Compadre despierte el hombre que santo domingo necesita quien le ponga el cohete, si es posible por el culo, para llevarlo a los extremos del machismo, que le sirva más que para golpear a su mujer de porcelana y martirio.

Despertemos compadre, porque de otra manera, llegara el moho a marchitar el tiempo y la bondad de nuestras palabras, o peor sea, que dejara nuestra voz de parecer humana y que nadie pueda escucharla.

J. Osiris Mota

12 Sept. 2009

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